La sociedad occidental valora cada vez más el exceso de actividad; “ estar muy ocupado” equivale a “tener mucho éxito”. Y lo mismo pasa con nuestros hijos; llenamos su tiempo de actividades para que se “desarrollen” sin pensar que les privamos de algo tan valioso para su felicidad como es no hacer nada.
Últimamente un estudiante de primaria, en la actualidad suele tener el doble de
horas de clase que un universitario, debido a las actividades extraescolares que les implantan y un niño de guardería, el triple de horas. Algunos padres, piensan en cualquier cosa para que el niño este ocupado, puede ser porque piensan que es lo mejor para él; pues esperan que en un futuro próximo le sirva de algo, o también; para que estén entretenidos. Aunque, ¿quién dice que un niño entre semana no está ocupado?
Esto puede llegar a ser una obsesión en la que lo único que importa es hacer
algo, no vale ver la televisión, ni jugar con videojuegos, ni estar con el ordenador. Así que, con todas estas actividades que se planifican para los niños, ya no tienen tiempo para ver volar las moscas, ni estar en Babia.
Las horas en que el hijo está en la escuela o guardería, los padres están
desempeñando otra tarea. Más tarde cuando llegan a casa comen juntos, aunque no conversan demasiado, pues puede que estén absortos viendo la programación de la televisión, después el hijo se marcha a las clases extraescolares mientras que sus padres siguen trabajando, comprando, descansando...Cuando el niño regresa junto con uno de sus padres o sólo, hace los deberes que le han mandado en la escuela mientras que los padres están haciendo otras cosas, y al fin cuando llega la hora de dormir en la que padre y madre puede dedicar diez minutos a contarle un cuento a su hijo, están demasiado cansados para hacerlo y lo dejan para más adelante.
Así, cuando el niño va madurando sigue con la obsesión de hacer algo, cuando
llegue el día en el que se le acaben las actividades ya no sabrá lo que hacer, y ahí es entonces, cuando podrá estar pensando en las musarañas.
Algunos padres no son conscientes de que lo único que sus hijos buscan en sus
horas libres es un poco de tranquilidad, desconectar del entorno que les rodea, divertirse e incluso buscan cariño, al igual que ellos cuando llegan a casa cansados de trabajar.
Aunque claro, esto no se le puede decir a unos padres, pues rápidamente te
responderían con que no valoras lo que hacen por ti.
Hay por tanto, cada vez más padres que no pueden pasar con sus hijos todo el
tiempo que les gustaría y para consolarles, se amparan en la idea de que lo importante no es la cantidad sino la calidad del tiempo. Como si hubiera tiempo de mala calidad. Aunque esto más bien, puede ser un consuelo para los mismos padres en vez de para los hijos.
En fin, habrá que decidir si lo mejor para un hijo es que disfrute de su infancia o
que desde muy pequeño se acostumbre a estar solo y siempre realizando alguna actividad de utilidad.
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